La CR-261 es una gran pista de tierra, ancha, plana y sin grandes piedras, si hubiéramos venido en la Harley hubiésemos tragado kilos de tierra. Casi no tiene señales, indicativas de alguna dirección ninguna, y las que se ven sólo avisan de peligros como barrancos inundables, curvas peligrosas y de no adentrarse fuera de la pista. Por aquí se ve poco meneo, en la pista nos cruzamos con un coche y llevamos otro unas millas atrás, así que extremamos la conducción por si acaso, nunca se sabe, un bache gordo, una piedra, un bicho...estamos en el culo del mundo.
La pista discurre por un paisaje precioso, sinuosa entre colinas y vaguadas todo el rato, estamos en un parque natural de Joshua Trees, aunque el más conocido está en California pertenece al mismo desierto, así ya imaginaréis la flora. El Árbol de Joshua es una especie de yuca del desierto que acá está por todas partes, lo reconoceréis si habéis visto la portada y video del disco de U2 del mismo nombre, pues los Joshua Trees forman aquí un bosque milenario. Es realmente bonito. La pista se hace larga ya que a pesar de ser pocos kilómetros, unos 40 hasta el Gran Cañón, la velocidad a la que circulamos por precaución es muy baja, no más de 20 por hora. Parece que poco a poco el espacio montañoso se va abriendo y en los últimos barrancos decubrimos un rancho, un auténtico rancho de Arizona, metido en este agujero, pero con camas para huéspedes, paseos a caballo, doma, trabajos de granja y helicóptero.
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Por fin acaba la pista. El asfalto aparece al lado de un muro decorado donde puede leerse "Grand Canyon West. Land of the Hualapai Nation", así que entramos en la reserva india de la tribu de los Hualapai, que significa "El Pueblo de los pinos altos". Aquí el terreno es mucho más plano que por la pista, la superficie se extiende como en forma de plato llano, estamos muy cerca del Gran Cañón y nos preguntamos dónde estará, no lo vemos, sólo lejanas montañas con formas que hacen intuir que no estamos lejos. Empieza a oirse ruido de helicopteros, los vemos, tambien pequeños aviones, y tras una curva nos topamos de bruces con lo que parece una pista de aviación y un poco más adelante, en efecto, una esplanada y un aeropuerto diminuto, con un parking con turismos y un par de autobuses, aquí acaba la carretera. Los indios Hualapai son los encargados de explotar economicamente su territorio, así que tienen montado el chiringuito. En las oficinas del minúsculo aeropuerto tienen también una tienda de artesanía nativa y desde allí organizan unos mini-tours por el Gran Cañón, la entrada con el vehículo propio está prohibida, por lo que no nos queda otra que contratar su oferta si queremos ver el Gran Cañón. Así lo hacemos, tras preguntarle a un indio que bajaba de conducir un autobús de esos amarillos de las escuelas yankees..."Red Eagle, Red Eagle, beautiful route" con un acentazo de peli de indios que me creía que lo hacía de cachondeo. Montamos en un bus que circulaba muy rápido por una carreterucha que, de repente, discurría por la cornisa del Gran Cañón del Colorado. Ahora sí habíamos llegado.
http://www.destinationgrandcanyon.com/
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