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viernes, 19 de febrero de 2010

Accidentes en Egipto

En el viaje que hicimos a Egipto lo mejor fue el viaje hasta Abu Asimbel. Me llamó poderosamente la atención el concepto de la seguridad vial que se tiene en Egipto, juas, cero zapatero claro. Era alucinante ver como el caos de tráfico de El Cairo era regulado por dos semaforos -2-, dos semáforos para toda la ciudad, je, je, una ciudad de 15 millones de habitantes. Los coches, por ejemplo, sin espejo retrovisor alguno, ni derecho, izquierdo o interior en avenidas de cinco carriles y sin luces, las furgonetas sobrecargadas de gente, los peatones jugándose el tipo al intentar cruzar sus calles, en fin, el puto caos.




El viaje a Abu Simbel fue guapo, lo hicimos por nuestra cuenta, así evitamos el robo a mano armada que nos quería pegar allí el guía de turno. Lo primero que me sorprendió fue la locura de rally que se montaron los conductores de autobuses y furgones a la hora de la salida hacia Abu Simbel y durante todo el trayecto, claro. Estaban locos. Salen de Aswan a toda leche, zumbando como si fuera el París-Dakar, escoltados por el ejército y a rebufo puro, pero como en el Gran Premio de Mónaco. Los tíos sin luces, algo que no pude entender, creo que era porque así evitan el riesgo de fundir las lámparas ya que no podrían cambiarlas por unas nuevas. Este es el relato del Diario de Viajes que Jara hizo:

Sábado, 17.01.04. Suena el despertador a las 3:00 A.M. Esperamos que el madrugón merezca la pena pues hemos dormido una hora.

Nuestro conductor llega puntualmente, se llama Aladino Saladino, es un egipcio nubio, de piel negra. Llegamos los primeros al convoy, tenemos que esperar a que llegue todo el mundo para salir a la vez escoltados por el ejército. Tenemos por delante un viaje de cuatro horas. Dormimos casi todo el camino.

Conducen como locos, es como una carrera de autobuses y furgonetas a una velocidad imposible para esa carretera, es curioso, muchos de los vehículos van con las luces apagadas siendo totalmente de noche. Veo el desierto cuando está amaneciendo, Checho está dormido. Es precioso, llanura sin fin, alguna jaima, alguna caseta. Me recuerda algo a la carretera de San José.

A las 7:00 A.M. llegamos a Abu Simbel, sacamos los tickets (1€) y Aladino nos presenta al guía Mustafá que habla perfectamente español, es una persona muy culta y educada, no lo contratamos sino que es el guía que el gobierno egipcio tiene en cada monumento, nos dice que si nos gusta podemos darle una propina.(...) Estamos dos horas viendo los templos y partimos de nuevo hacia Aswan. Un par de detalles: A la ida en la furgoneta hacía un frío increíble, jamás pensamos que tendríamos tanto frío. A la vuelta vemos una de las cosas más mágicas que hemos visto en la vida: los espejismos en el desierto. Puedes ver claramente lagunas de agua a lo lejos y pequeñas islas, ambos irreales. IMPRESIONANTE. (...)


Eso escribió Jara...

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